ÉDISON. EL PERRO SABIO.

 

  

                                             ÉDISON

 

           ¡A codillo de jamón regalado no le mires el hueso!

 

Los  Siete  Pecados  Capitales de Mis Carnes. 

  

LA LUJURIA.- ¡Si, soy lujurioso!… ¿Y qué?… ¡Terriblemente lujurioso!… ¡Y encima con toda mi razón!…

     Me explicaré: Tengo seis años de edad, los cuales, si los comparamos con los de los humanos serían cuarenta y dos (6 x 7).

     A mis años, no tengo mujer, ni hijos, ni nietos, y además no me he comido ni un colín.

     ¡Sí!… Confieso que cuando veo a una perra “cachona”, con los andares que tienen, me pongo como un burro caminero, sobre todo si hay luna llena … Si eso es lujuria… ¡Sí!… ¡Soy lujurioso y a mucha honra, porque me considero todo un machote!…

  

LA GULA.-  ¡Tampoco soy guloso!… ¡Qué conste!… Ya que para comer tengo lo que quiera, además de lo que les “perreo” a los que están conmigo.

     Sólo como lo que necesito, para seguir cuidando mis benditas carnes asturianas, siempre y cuando mi hermana, la coneja Leonarda, no devore con su voraz avidez mi comida diaria y me deje a dos velas.  

     ¡Entonces es cuando se jode la pandereta!… ¡Y es cuando soy guloso, ya que me lo meriendo todo en un abrir y cerrar de ojos sólo para que ella no se la coma!… ¡Tiene su comida!… ¡Qué se la coma y respete la mía!…

 

LA ENVIDIA.- ¿Envidioso?… ¡No, por favor!… ¡Para nada!… ¡Ya quisieran vivir muchos perrunos congéneres míos, como uno vive!…

     Duermo en una cama junto a los que están conmigo. Tengo un sofá para mi solo y que tengan cuidado de quitarme mi sitio. Como a mis horas y si se despistan ya me encargo yo de recordárselo. Salgo a pasear por la mañana, por la tarde y por la noche y en el verano me llevan a mi tierra, que es Asturias.

   Sería un pecado para San Antón ser envidioso en mis condiciones… ¿O no opinan ustedes igual?…    

      

 LA IRA.-  ¡No soy airado, ni mucho menos!… Ya que el aire es lo que más me molesta, pues éste hace que los pelos del flequillo se me metan en los ojos.  

     Sin embargo, cuando me cruzo en mi camino tranquilote a un congénere mío, que además de ser agresivo, pequeñajo, patizambo, cabezón y feo, alardea de ser un bravucón, muy a mi pesar, como ustedes comprenderán, tengo que contestarle con algunos guaus colaterales. ¡Tan solo eso!…     

    

LA SOBERBIA.- ¿Soberbio?… ¡Para nada!… ¡Faltaría más!… Lo que ocurre es que cuando me estoy comiendo un hueso comprado en los mejores almacenes y mi compañero Tristanbraker se aburre de escribir sus tonterías y viene a tocarme las bolas haciendo vanos intentos por quitármelo, me cabreo. ¡Lo mío, mío es y tengo mi orgullo!   

    Además, cuando el pobre insensato pretende echarme osadamente de mi sofá, me pongo muy altivo dándole a entender que no me voy a ir, porque este sitio es mío.  ¡Si quieres colchón, vete a Castellón, mamón!…    

 

LA AVARICIA.- ¡Ninguna!… En mi casa cada uno tiene lo que tiene y con mucho respeto. ¡Que el monte no es todo Orégano y se me puede escapar un naturalista bocado cuando se me cruzan los ojos!… A parte de eso tampoco quiero más de lo que tengo.

 

LA PEREZA.- ¿Perezoso?… ¡Si lo soy mucho y en gran manera!… Sobre todo los días que está lloviendo… ¡Es un verdadero asco salir a la calle!… ¡Luego vuelves empapado y no te puedes quitar el abrigo!… Aunque en el verano no tengo tiempo de aburrirme, porque no paran de llevarme de aquí para allá. ¡La verdad es que conozco casi toda España!…  

 

 

     Bueno, espero haberles entretenido con mis comentarios. ¡Estaremos en contacto!

                                Un saludo de vuestro amigo Édison.